Y tomó su cayado en su mano, y escogió cinco piedras lisas del arroyo, y las puso en el saco pastoril, en el zurrón que traía, y tomó su honda en su mano, y se fue hacia el filisteo.
1Samuel 17:40
Hacía ya cuarenta días que el gigante filisteo perseguía temerariamente a las tropas de Israel tras lanzar su desafío (1Samuel 17:16), sin recibir respuesta. Demasiado alto y grande para cualquiera que quisiera desafiarlo. Y así, como un reloj que marca la misma hora dos veces al día, Goliat salía mañana y tarde del campamento para recordar su propuesta e insultar a las huestes enemigas, sin dudar en ofender también a Dios. Los hombres de Israel, incluido el rey, fueron presa de un gran temor. Nadie se atrevió a pensar en desafiarlo, a pesar de la fastuosa recompensa prometida por Saúl. Pero hay retos que no requieren músculos ni armas, al igual que la solución puede llegar de forma inesperada y de la forma más impensable. Un joven pastor llega al campo de batalla para llevar provisiones a sus hermanos mayores justo cuando el gigante vuelve a bajar para hacer oír su voz. Esas palabras llegaron al corazón de David, hirieron su fe y ofendieron su dignidad como israelita. ¿Cómo podía permanecer quieto e indiferente? ¡Imposible!
Después de haberse presentado ante el rey para comunicarle su candidatura y de haber experimentado la incomodidad de llevar su uniforme, David dejó la espada del rey y tomó sólo su bastón de pastor. Sea cual sea el reto, nunca te cubras con la ropa de otra persona. El creyente está llamado a ser siempre lo que es, por la gracia de Dios, a no confiar en la fuerza y el poder de los hombres, sino a apoyarse en el Espíritu y el poder del Eterno. Sin dudarlo, el menor de los hijos de Isaí se dirige al campo de batalla. Además de su bastón, tiene una honda a su lado. Un arroyo que pasa por allí le ofrece su único recurso. Sólo en el valle de nuestras vidas podemos encontrar la corriente de agua viva del Espíritu. David se agacha, hunde la mano y recoge cinco piedras lisas para la lucha. Nada más que cinco como los cinco dedos de una mano. Me gusta pensar en mi vida como una de esas piedras recogidas por el Buen Pastor y colocadas en su saco, para ser utilizadas en el momento oportuno. Dios quiere recogerte y ponerte en su saco con otros que quieren ganar contra los gigantes de la generación actual. En el arroyo sucede que la corriente alisa las piedras. Cuando está en la bolsa con las otras piedras experimenta una suavidad de mayor intensidad. En la bolsa, la acción alijadora ya no proviene de un flujo suave, sino del roce de las piedras entre sí. Sin duda, causará algún sufrimiento.
Una de las peculiaridades de este reto es que si sólo se utiliza una piedra En la historia de David encontraremos que los gigantes a derribar serán precisamente cinco (2Samuel 21:15-22; 1Crónicas 20:4-8). Cada uno representa una de nuestras limitaciones. Goliat es el gigante del orgullo, el primero al que debemos enfrentarnos. Su nombre significa "esplendor" y representa el orgullo humano que se eleva. Isbi-Benob es el segundo gigante, cuyo nombre significa "demorarse en Nob", y es un símbolo de la pereza, que hace que uno sea incapaz de tomar decisiones importantes. El tercero es el gigante de la negligencia. El nombre Saf significa "alto", mientras que el nombre Sippai, que aparece en el libro de las Crónicas, significa "el umbral", lo que en el lenguaje bíblico recuerda la idea de custodia, vigilancia, protección. Este gigante nos induce a dejar el umbral de nuestro corazón sin vigilancia, para que el mundo pueda entrar en él libremente. El cuarto gigante, homónimo del guerrero derrotado por David, es hermano de Goliat. Las crónicas informan del nombre Lahmi que significa "mi pan" y representa el alimento con el que el mundo querría alimentar nuestras almas, y en consecuencia la hambruna, la indigencia en la que podemos caer. Por último, el quinto es el gigante de la carnalidad: el hombre con seis dedos en cada mano y pie. El número seis representa la imperfección humana, de ahí la carnalidad que nubla la mente y el corazón del creyente.
Incluso hoy, Dios busca una piedra lisa que se adapte perfectamente a sus manos. No le importa que seamos banales comunes erosionados por el agua, pisados por muchos. No nos corresponde mostrarnos fuertes, pues como a Pablo le basta su gracia, su poder se manifiesta plenamente en nuestra debilidad (2 Corintios 12:9). Con la valentía de David, con la seguridad de que toda piedra lanzada irá a parar al blanco, no dudemos en enfrentarnos a nuestro gigante, sea cual sea. Y cuando esté lejos de nuestro alcance, dejaremos que la mano del Señor nos sostenga.
Plan semanal de lectura
de la Biblia n. 16
12 abril 1Samuel 19-21; Lucas 11:29-54
13 abril 1Samuel 22-24; Lucas 12:1-31
14 abril 1Samuel 25-26; Lucas 12:32-59
15 abril 1Samuel 27-29,Lucas 13:1-22
16 abril 1 Samuel 30-31; Lucas 13:23-35
17 abril 2 Samuel 1-2; Lucas 14:1-24
18 Abril 2 Samuel 3-5; Lucas 14:25-35
Foto di tijmen van dobbenburgh, www.freeimages.com
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