Por tanto, no desmayamos: antes aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior empero se renueva de día en día.
2 Corintios 4:16
Es fácil en nuestros días desanimarnos cuando nos abruma tanta incertidumbre por todos lados y nos asaltan toda clase de ansiedades. Lo contrario sería extraño, cuando se ha vuelto imposible hacer cualquier tipo de programa incluso en el corto plazo. Estoy experimentando sensaciones, que pueden haber sido del joven José del Génesis, precisamente como de alguien que fue arrojado contra su voluntad al fondo de una cisterna profunda y seca por aquellos que querían ahogar sus sueños. Sentí los rasguños del roce en mi piel, el dolor intenso de los moretones por el impacto. Y después de estar no sé cuánto tiempo allí, cuando me estaban sacando, me engañé pensando que lo peor ya había pasado. Tan pronto como estuvo afuera, resultó que nunca debemos colocar la palabra "fin", porque siempre hay más por venir, más allá de nuestra imaginación o expectativa humana. Por la misma razón, no deberíamos usarlo para abordar nuestra situación, como para levantar la bandera blanca. Si es verdad que seguimos siendo "vasos de barro" (v. 7), tremendamente frágiles e interiormente pobres, alguien nos ha considerado dignos de acoger su tesoro, mostrándonos misericordia y acogiéndonos a él.
El apóstol Pablo tenía su propio código de conducta para lidiar con la dificultad que estaba experimentando y aceptarla. Lo había modelado en el curso de sus experiencias, y al notar su eficacia, también nos lo propuso a nosotros. En primer lugar, la conciencia de que todo pasa. Él escribe: "Porque lo que al presente es momentáneo y leve de nuestra tribulación" (v. 17a). En relación con el tiempo de su duración, o incluso con lo peor que nos rodea, nuestra aflicción será leve. Así lo pensó también Job, cuando tuvo la certeza de "que mi Redentor vive, Y al fin se levantará sobre el polvo" (19:25). Cualquiera que sea llamado a un desafío, a ir a la batalla oa enfrentar cualquier dificultad, deberá reaccionar inmediatamente a la presión del tiempo y estar listo para esperar con paciencia. No sólo eso, prepárate para considerar que lo que suceda siempre tendrá un efecto positivo: “nos obra un sobremanera alto y eterno peso de gloria” (v. 17b). Paul era un hombre afligido, tenso hasta el agotamiento, pero era consciente de que su adversidad tenía un propósito. La aflicción es inevitable, no podemos escapar del sufrimiento, pero como siervas están ahí para servirnos de alguna manera.
Sólo pasando por determinadas situaciones aprendemos a dirigir nuestra mirada fuera del tiempo que transcurre y nos marca inexorablemente, asiendo y percibiendo la eternidad más allá de la materialidad de la tierra por vivir. "No mirando nosotros á las cosas que se ven, sino á las que no se ven: porque las cosas que se ven son temporales, mas las que no se ven son eternas" (v. 18). Uno de los mejores atletas de todos los tiempos, el velocista estadounidense Carl Lewis, dijo: “Mis pensamientos antes de una gran carrera suelen ser bastante simples. Sal de los bloques, corre, mantente relajado. Si corres tu carrera, ganarás... Canaliza tu energía. Concéntrate". De la misma manera que el creyente se concentra, canaliza sus energías, no hacia las cosas que se ven, sino hacia las que no se ven. Entonces deberíamos preguntarnos en qué nos estamos enfocando. Unas páginas antes Pablo había escrito que somos el perfume de Dios para el mundo: "Porque para Dios somos buen olor de Cristo en los que se salvan, y en los que se pierden" (2:15). Y es cuando todo lo que nos rodea nos obliga, nos sofoca hasta el desmayo, es precisamente entonces cuando un perfume comenzará a brotar de nuestra vida: el perfume de Cristo que esparce salvación y vida a nuestro alrededor.
Plan de lectura semanal
de la Biblia n. 12
14 de marzo Deuteronomio 22-24; Marcos 14:1-26
15 de marzo Deuteronomio 25-27; Marcos 14:27-53
16 de marzo Deuteronomio 28-29; Marcos 14:54-72
17 de marzo Deuteronomio 30-31; Marcos 15:1-25
18 de marzo Deuteronomio 32-34; Marcos 15:26-47
19 de marzo Josué 1-3; Marcos 16
20 de marzo Josué 4-6; Lucas 1:1-20
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