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  • Foto del escritorElpidio Pezzella

Hablar para edificar

Ninguna palabra torpe salga de vuestra boca, sino la que sea buena para edificación, para que dé gracia á los oyentes.

Efesios 4:29

Sigue siendo una tarea difícil evitar que el propio lenguaje exprese comentarios y juicios de los que convendría abstenerse, especialmente cuando se trata de asuntos ajenos a nosotros. Demasiado rápido para escapar de cualquier tipo de freno. Sobre todo porque las palabras dejan el tiempo que encuentran, casi siempre el viento se las lleva y no deja rastro concreto. Suelen pesar como rocas, afilados como dagas, fríos como el hielo. Su propósito, en el mejor de los casos, es cumplir con un deber. De lo contrario sirven para discriminar, ofender, golpear. Pero las palabras que encuentran más espacio, ya sea porque son infelices o mal entendidas, son las que van bajo el sombrero del chisme. Se trata de esas charlas inapropiadas e indiscretas destinadas a poner en mal lugar a alguien, prácticamente el pan de cada día de muchos y el principal tema de programación televisiva y publicaciones sociales. A veces, ese poco de coraje sería suficiente para ser honesto, y por lo tanto para decirle a alguien que está equivocado, que las cosas no son como él dice, en lugar de alimentar el parloteo.


El "chisme" recordaría el acto de los primates de peinarse, pues podría derivar del término "pithecus". La versión en inglés "gossip" en cambio se remonta a la antigua expresión "God-sibb" que literalmente significa "una persona conectada a otra por la voluntad de Dios", lo que indica la relación particular de dos personas muy íntimas, que hablan de asuntos personales. pero también de relaciones, compartiendo muchos secretos. El chisme subyacente sería algo importante para las relaciones. El problema, sin embargo, surge cuando las "pulgas" íntimas se muestran a terceros con cierto placer, casi con gusto. Por eso el sabio pudo declarar: "Las palabras del calumniador son como glotonería, penetran hasta lo más profundo de las entrañas" (Proverbios 26:22). En general, se cree que los sujetos más chismosos son aquellos que tienen una vida insatisfactoria a nivel emocional. En estos casos, la murmuración se convierte en una oportunidad para compensar otras carencias, así como para dar rienda suelta al resentimiento. Qué triste.


David era muy consciente de cantar: "Guarda tu lengua del mal y tus labios de la mentira" (Salmo 34:13). Y son precisamente los Salmos los que nos proporcionan el mayor número de indicaciones sobre el uso de la lengua, la misma que usamos para pronunciar alabanzas a nuestro Dios, pero que por desgracia a veces se convierte en navaja afilada (52:2), espada o un arco que dispara flechas amargas (64:3). Hago mía y comparto la exhortación del salmista: “Atenderé á mis caminos, Para no pecar con mi lengua: Guardaré mi boca con freno, En tanto que el impío fuere contra mí” (39:1). Incluso cuando tenga la más mínima razón para golpear con la lengua y se sienta con derecho a responder, recuerde que "la boca del justo habla sabiduría, y su lengua habla justicia" (37:30). El apóstol Pablo aconsejó a los efesios que hablaran aunque sólo fuera en posesión de una palabra capaz de edificar, respondiendo a la necesidad del interlocutor y capaz de otorgar gracias. Con este filtro cuántas palabras se deben tragar o retener en la boca.


Que el Señor nos ayude a alcanzar cuanto antes esa madurez que nos permita controlar ese pequeño órgano que está en nuestra boca y es capaz de grandes cosas, nuestra lengua, y que puede convertirse en un fuego peligroso (Santiago 3:5-6). Y cuando nos encontremos escuchando chismes, no nos dejemos atrapar por sus redes. Para desalentar el relanzamiento, es recomendable cambiar de tema, o si es posible resaltar las cualidades positivas de la persona de la que se habla. Nunca olvidemos que los chismes no solo son molestos, pueden doler mucho. Hay que decir, sin embargo, que hay palabras y palabras. Personalmente prefiero y busco las Palabras, aquellas capaces de tender una cuerda, de extender una mano, que logran, calentando el corazón, no hacerte sentir solo y olvidado. Al menos este es el deseo que anima las Palabras que escribo. Entonces espero que sean siempre Palabras con mayúscula porque se inspiran únicamente en la Palabra de Dios: "Hablará mi lengua tus dichos; Porque todos tus mandamientos son justicia" (Salmo 119:172).


 

Plan de lectura semanal

de la Biblia n. 23

30 mayo 2 Crónicas 10-12; Juan 11:30-57

31 mayo 2 Crónicas 13-14; Juan 12:1-26

01 junio 2 Crónicas 15-16; Juan 12:27-50

02 junio 2 Crónicas 17-18; Juan 13:1-20

03 junio 2 Crónicas 19-20; Juan 13:21-38

04 junio 2 Crónicas 21-22; Juan 14

05 junio 2 Crónicas 23-24; Juan 15



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