El que anda con los sabios, sabio será; Mas el que se allega á los necios, será quebrantado.
(Proverbios 13:20)
El escritor polaco Stanislaw J. Lec escribió que "salir con enanos deforma la columna vertebral", evocando una degeneración particular, que ciertamente no quiere ser una falta de sensibilidad hacia algunos y se refiere a la elección de las compañías para asistir. Desafortunadamente, es común hoy en día adaptarse cada vez más a la vulgaridad y la estupidez, por lo tanto, a las cosas bajas. Seguramente lo que está pasando en los grupos de edad más jóvenes se puede incluir en este "enanismo social". Al menos eso es lo que se desprende de asomarse a las redes sociales, cada vez más un espejo de nuestra alma, pero también de nuestra mente. Cada vez más terminamos encorvados bajo montones de palabras, sumergidos en expresiones vulgares y abusivas, derroches de inteligencia y deshechos que hay que desechar sin clasificar. Todo esto, por desgracia, repercute en el alma, cada vez más pesada e incapaz de desenredarse y encontrar el camino de la moralidad y la verdad, mientras la violencia se extiende.
El apóstol Pablo amonestó a los corintios en estos términos: "No erréis: las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres" (1 Corintios 15:33). En alusión a las "malas compañías", que no eran más que "lobos con piel de oveja", su única preocupación es la de cualquier pastor que intente conservar el rebaño. Algunos dichos populares, como "el que va con el lobo aprende a aullar" y "el que va con el cojo aprende a cojear", están en la misma onda. Ciertamente, todo creyente no está llamado a vivir una vida desprovista de relaciones sociales, ya que el Señor no nos sacó del mundo, sino que nos envió para ser luz y sal, aunque sabíamos que seríamos ovejas entre lobos. Como no es oro todo lo que reluce, es bueno prestar mucha atención a con quién nos juntamos, porque no todos los que se dicen amigos o parecen sabios lo son.
Como padre he recomendado repetidamente a mis hijos que elijan cuidadosamente las amistades a cultivar, que consideren cuidadosamente qué intereses comunes hay, para evitar consecuencias desagradables. Estoy seguro de que muchos otros hacen lo mismo. A veces, con demasiada ligereza, elegimos pasar tiempo con personas que apenas conocemos y que pueden resultar de mala reputación, y que poco a poco construyen vínculos de los que es difícil salir, en detrimento de su vida familiar y espiritual. El verso de Proverbios nos lleva a preguntarnos quiénes son los sabios para asociarse y preferir a los necios. Siempre Proverbios nos dice que “el temor de Jehová es el principio de la sabiduría; Y la ciencia de los santos es inteligencia” (9:10). Por tanto, los sabios son los que temen a Dios, es decir, los que se esfuerzan por andar según sus estatutos, es decir, viven la fe de manera concreta.
En el Salmo 1 podemos leer que hay tres acciones a evitar. Más que sentarse, caminar o detenerse, se debe evitar la compañía de los malvados, pecadores y burladores. Los malvados son aquellos que realizan acciones pérfidas hacia un prójimo. No podemos caminar con quien no se interesa por el bien de los demás en beneficio de los suyos. El pecador realiza acciones contrarias a la voluntad de Dios, bienaventurado el que no se detiene en su camino. Hay un camino que Jesús definió como ancho y espacioso, que lleva a la perdición eterna: es recorrido con placer por los pecadores, todo es fácil, fácil y al alcance de la mano. No lo parece, pero es cuesta abajo y conduce a las profundidades, de donde no se puede subir. El escarnecedor, por otro lado, es aquel que se burla no sólo del pueblo del Señor, sino también de las Escrituras. Su actitud tiende a ridiculizar a los que viven de la fe. Bienaventurado (y sabio) el que no se sienta con tales personas, y no comparte nada en sus acciones.
Debemos examinarnos a nosotros mismos y encontrar el coraje para admitir que todos podemos estar equivocados y confundidos, ya que no podemos confiar en nosotros mismos, solo en nuestros sentimientos. Nuestra seguridad no impedirá que caigamos en el error. No somos infalibles. Para ello el consejo inmediato es rodearnos de personas sabias, cuya vida sea clara y de las que podamos aprender. Y la Biblia es muy clara al respecto. El mismo apóstol siempre instó a los corintios a mirar su ejemplo (1 Corintios 11:1; 4:16). El escritor recordó a los judíos que todo creyente debe mirar a los que andan bien y luego imitarlos (Hebreos 6:11-12; 13:7). Pero para vivir así se necesita mucha humildad para poder reconocer que necesitamos crecer y que algunos caminan mejor que nosotros. Desafortunadamente, nuestro orgullo nos empuja a buscar relaciones con aquellos que están más o menos a nuestro nivel, o incluso más inmaduros que nosotros.
Plan de lectura semanal
de la Biblia n. 24
06 junio 2 Crónicas 25-27; Juan 16
07 junio 2 Crónicas 28-29; Juan 17
08 junio 2 Crónicas 30-31; Juan 18:1-18
09 junio 2 Crónicas 32-33; Juan 18:19-40
10 junio 2 Crónicas 34-36; Juan 19:1-22
11 junio Esdras 1-2; Juan 19:23-42
12 junio, Esdras 3-5; Juan 20
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